Hay alguien el bosque de Anna María Ricart está en cartel en el Teatro de La Abadía de Madrid hasta el próximo día 2 de abril, dentro de la programa del festival Ellas Crean.
Todo el proceso de investigación comenzó en 2018, y nace porque Joan Arquè, el director quería adaptar a el teatro la obra de la escritora croata, Slavenka Drakulić, Como si yo no estuviera. El tema de la novela es las violaciones a mujeres en la guerra de Bosnia y que además tuvieron hijos fruto de estos actos.
Nos cuenta Anna María Ricart que se juntaron varias disciplina artísticas, un fotógrafo, gente de lo audiovisual y una periodista. Teresa Turiera-Puigbò fue quien se encargó de toda la documentación y de entrevistar a diversas mujeres sobrevivientes. Hicimos como ocho viajes para entrevistar a esas mujeres, y a los que eran sus hijos, a militares, a asociaciones, y cuando estábamos a mitad de los viajes en una conversación planteé que teníamos un material que esas mujeres nos habían regalado, Teresa ya estaba con la idea de hacer un documental, y propuse hacer una obra propia desde la visión de estas mujeres, y de ahí partimos a realizar nuestro propio texto.
Aquí es cuando forman Cultura i Conflicte siendo un equipo multidisciplinar de profesionales que cree en la capacidad de la cultura como motor de diálogo, debate y reflexión y herramienta de transformación desde situaciones de conflicto social, y siempre desde la mirada distintas disciplinas.
Realizaron tres vertientes, el documental, la obra de teatro, teniendo las mismas protagonistas, y la exposición fotográfica que buscó la mirada de cada protagonista. En la Abadía esa exposición estaba colgada entre telas blancas, y muchas en el aire, como parte de los protagonistas que están saltando, buscando emular donde se encuentran en la sociedad y con su historia, en un limbo legal. Las fotografías pertenecen a Oriol Casanovas.
El documental efectivamente muestra las entrevistas, y Anna, ante la complejidad de la temática y no querer distorsionar nada, admite que decidió hablar con esas propias palabras, eligiendo fragmentos y mezclándolos con lo que le pasaba al equipo y a la sociedad en ese año, 1992. Aquí en España estábamos con Barcelona 92 y en Sevilla con la Expo, ajenos a lo que ocurría en un lugar no tan lejano, y que en el 84 habían acogido otras olimpiadas. Por eso quería hacer un paralelismo de vidas, para buscar lo que se sabía aquí de la guerra de Bosnia en aquellos años.
Ariadna Gil, Montse Esteve, Òscar Muñoz, Magda Puig, Judit Farrés, Pep Pascual y Erol Ileri son quienes interpretan no solo a esas mujeres, también a los hijos nacidos de esas violaciones e incluso dan voz a criminales de guerra. Todos implicados y empatizando con la temática desde el primer momento, y que en la representación teatral también tienen su parte musical. De hecho la obra teatral está entremezclada, entre el pasado y el presente, el allí y el aquí, y la carga dramática que todo ello conlleva. Mucho más allá de pensar que la música desdramatiza, hace que todo cobre más sentido, mucha más relevancia y ensalza muchas declaraciones, pasando del silencio al estruendo, de la paz al desasosiego.
“Todos los actores se han implicado en la obra de una manera especial, han revisado cada grabación muchas veces, y no eran pocas”
Anna echa la vista atrás y recuerda las palabras de muchas mujeres que entrevistaron: «Yo te lo cuento porque quiero que esto no vuelva a pasar. Vemos que ahora mismo lo está sufriendo Ucrania, como que también en estos treinta años ha pasado en otros muchos países, la única diferencia es que ahora se habla, porque en aquella época muchas mujeres fueron violadas sistemáticas para que tuvieran bebes y en cierta forma para hacer daño al pueblo bosnio musulmán. En la obra hay una parte donde se comenta esto y en los datos está la cifra de las violaciones a musulmanas que fue del 90%.
Para ellas esto no ha terminado, muchas no han podido llevar a juicio a sus violadores, callaron por el estigma y la sociedad patriarcal, y ahora es cuando están pudiendo sacar todo lo que les pasó. Ha sido muy difícil para ellas que las escucharan, siempre se ha pensado en la violación como algo que incumbe a las mujeres, como un daño colateral, y se queda allí, en ellas, escondido. Hemos tratado todo con un gran respeto, pero siempre queriendo dar voz a una situación que no para y que es importante visibilizar para que finalice, aunque esto sea difícil.
Hay alguien en el bosque no deja indiferente, un gran potencial en su narración, en su forma de hilar lo ocurrido y el paralelismo de nuestra sociedad exhausta y feliz por unos acontecimientos que contrastan con la crueldad en un sociedad cercana. Por momentos nos puede parecer una performance, mezclada con una obra teatro, en otros instantes un concierto, pero al final, todo está conectado en una realidad que viene del pasado, pero nada lejos del presente. Recomendable ver el visionado del documental que está disponible en Filmin y Amazon, para que el espectador tenga una guía mucho mayor de lo que ocurrió.